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El sonido de la tierra

La tierra nos habla con voces y ecos de otros tiempos, a un ritmo, por momentos, dulce y pausado y brutal e inhóspito por otros. ¿Somos capaces de percibir esos cantos del silencio?


Por Carolina Barbosa.

Alejarse cada tanto de la jungla de cemento y conectar con los tiempos de la naturaleza. Caminar con pies descalzos sobre el césped, entrar en contacto con las aguas de los ríos, arroyos, cascadas o mares, vivenciar en cuerpo, mente y espíritu los ciclos de siembra y cosecha nos hacen volver a nuestra esencia. Los pálpitos, las sensaciones, la intuición, las vibraciones, son las notas musicales de la tierra hablándonos y así, crean la más bella melodía que el hombre haya podido imaginar. Somos vibración, energía, cada uno de nosotros tiene un tono, una musicalidad que le pertenece y que es única e irrepetible.

¿Cómo suena la Madre Tierra? El entrelazamiento en armonía perfecta entre los sonidos de los animales, las plantas, el agua, el viento y nosotros, da como resultado una singular armonía sideral. Cuando los sonidos se integran y encuentran una perfecta sincronía entre sí, lo único que son capaces de expresar es el silencio, ¿el silencio? sí porque él es el verdadero catalizador de una orquesta.

La cuna ancestral del sonido

El cosmos, ese vacío creador, la nada y el todo, el principio y el fin, el alfa y el omega, es lo que da origen a todo. De ese vacío creador, nacen las infinitas posibilidades. En la gran mayoría de las culturas se afirma que lo primero que surgió en el cosmos fue un verbo, un nombre, un canto, una palabra, y los seres humanos, a eso, lo llamamos sonido. Pero si el sonido surgió del silencio ¿con qué interaccionó para provocar las ondas necesarias para que podamos sentirlo? 

La escritora Gimena Bugallo contó en un artículo de su autoría que “Todos los planetas tienen un sonido diferente, pero lo que ocurre en esas melodías planetarias es que no poseen intervalos de silencio, y como el sonido se percibe por mutuo contraste con el silencio, es imperceptible al oído del hombre. La podemos sentir porque gobiernan los ciclos biológicos y de de la naturaleza, pero no la podemos escuchar”

Teniendo en cuenta esta información y conectando con el sonido de las esferas (o planetas), si cerramos los ojos y nos entregamos al infinito, podremos percibir que todo es matemática y geometría sagrada, de la cual somos parte. Algunas de esas vibraciones no son de acá, por eso no somos capaces de percibirlas, no al menos con los cinco sentidos o la mente humana, pero nuestra alma recuerda esa partitura de las estrellas que conforma la melodía cósmica de la que todos venimos y hacia donde todos regresamos. El Universo es un eterno continuo, sin principio ni final.

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