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SALTA en el CIELO: tres circuitos en las alturas salteñas

A través de tres circuitos impresionantes, Salta permite que sus visitantes se sientan al menos por un rato en las nubes. La Cuesta del Obispo, la Quebrada de las Flechas y la Quebrada de las Conchas invitan a descubrir una provincia que realmente está a la altura de las expectativas… Y las supera.


Salta es una de las joyas del norte argentino que, alta en el cielo, deslumbra con su belleza y todo el esplendor de paisajes únicos y maravillosos. No por nada la apodan la Linda. Es que con tanto encanto natural no solo está a la altura de las expectativas de sus visitantes, sino que las supera. 

Mucho tienen que ver los Valles Calchaquíes, los cuales cuentan con tres circuitos que recorren sus entrañas y ponen al descubierto sus secretos más profundos. Sin más dilaciones, es hora de agarrar el mapa y meternos de lleno en la grandeza de las tierras salteñas.

Cuesta del Obispo

Son 21 kilómetros realmente mágicos de la Ruta Provincial 33, en los que las curvas se van sucediendo infinitamente para regalar panorámicas fuera de serie. Siempre y cuando, una nube juguetona no tape la visual. Sí, la Cuesta del Obispo besa el cielo y su punto más alto supera los 3.300 metros, allí donde habitan los cóndores y los cactus son los dueños del camino.

No apta para cardíacos o para quienes sufran de vértigo, en esta ruta de ripio es imposible llevar la cuenta de la cantidad de curvas y contracurvas que se suceden en la travesía. ¿La parte buena? La cantidad de miradores para maravillar la vista con paisajes de ensueño. El Valle Encantado, que descansa en el corazón del Parque Nacional Los Cardones, es un desvío permitido y casi obligatorio del itinerario por su inmensidad y belleza.

Un dato de color: la cuesta tiene ese nombre por el obispo Julián, que, según cuentan los historiadores, en 1622 intentó completar el camino desde la ciudad de Salta hasta Cachi y debió pasar la noche en medio de la cuesta, debido a un inconveniente imprevisto. 

Quebrada de las Flechas 

La Ruta Nacional 40 esconde pedazos de historia en cada rincón. Una gran muestra es la Quebrada de las Flechas, con formaciones de 20 millones de años y donde las rocas justifican sobremanera la elección del nombre. Son realmente flechas puntiagudas de más de 30 metros que salen de la tierra para entregar una visual distintiva y que no se encuentra en ninguna otra región del país.

Protegidas bajo el nombre de Monumento Natural Angastaco, su aspecto se asemeja más al de la luna que al de la mismísima provincia de Salta. Dado que varían según cómo pegue el sol, los colores de los paisajes oscilan caprichosamente entre rojizo y ceniza.

Escondida en la Quebrada de las Flechas, espera la bodega homónima, que debe estar en la agenda de cualquier persona amante del buen vino. Qué mejor que una copa de Malbec o Torrontés en un contexto natural que difícilmente se pueda explicar con palabras.

Quebrada de las Conchas

El recorrido continúa en la Ruta Nacional 68: dirección hacia Cafayate espera una verdadera maravilla natural, que además ostenta el galardón de ser reserva desde 1995. La Quebrada de las Conchas cobija formaciones geológicas del período cretácico, y su principal atractivo radica en cómo el capricho del viento y el paso de los años han sabido moldear estos gigantes de tonalidades cobrizas y ocres.

Así, a lo largo del camino es posible identificar, con un ojo amable y la imaginación en modo ON, siluetas como las de los castillos, el sapo, el obelisco, el fraile y las ventanas. Pero eso no es todo: la yesera es un espectáculo en sí misma. Esta antigua mina de yeso regala una de las postales más pintorescas del recorrido, ya que la sedimentación de las eras geológicas matizaron las formaciones rocosas con diferentes colores y tonalidades. Imperdible es la foto en Los Estratos, donde las diversas capas son claramente identificables gracias al contraste entre cada una.

Imposible no mencionar a los dos lugares más emblemáticos del circuito: el Anfiteatro y la Garganta del Diablo. El primero regala una acústica excelente, por lo que es obligatorio tomarse unos minutos para disfrutar de la magia de los músicos locales que brindan un espectáculo trascendental. La Garganta del Diablo, por su parte, se formó hace 15 millones de años y no debe faltar en esta ruta tan sorprendente.

Por Christian Ali Bravo

Fotos: Ministerio de Turismo y Deportes de Salta

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