Luego de que le detectaran una grave enfermedad, Antonio Campana apostó a la creatividad y le dio vida a esta aldea medieval ubicada a 30 minutos de Buenos Aires. Fue construida con materiales reciclados, como puertas, máquinas de coser y caños, y hoy sus hijos mantienen el legado.
Por Silvina Baldino.
A sólo 30 minutos de Capital Federal, en el corazón de González Catán, una aldea con castillos y calles adoquinadas le dan vida a una pequeña ciudad medieval construida entre torres, molinos y recovecos secretos. Su nombre es Campanópolis y fue edificada con materiales de demoliciones, principalmente del desguace del ferrocarril y de las mansiones de Buenos Aires.
El proyecto nació de los sueños de Antonio Campana, un excéntrico empresario gastronómico de la ciudad. Luego de que le detectaran una grave enfermedad, apostó a la ilusión y al placer de crear algo nuevo en un terreno que le pertenecía y hasta el momento había sido utilizado como un basural. Así, con el objetivo de disfrutar allí de sus últimos años de vida junto a sus hijos y amigos, comenzó a construir esta aldea con reminiscencias medievales en 1985.
Puertas reconvertidas en cielos rasos, patas de máquinas de coser soldadas entre sí para formar rejas, señalizaciones de tren y caños de perforación que emergen como columnas son algunos ejemplos de las instalaciones construidas con piezas antiguas y elementos reciclados.
Cabe destacar que Campana no era arquitecto ni tampoco contrató a uno para que trabajara en el lugar. Él mismo dibujó y proyectó la ciudad porque no importaba que la construcción fuera perfecta, sino la creatividad.
Pero más allá de una imaginación sin límites, el empresario argentino tuvo otro mérito: logró rescatar una parte del patrimonio arquitectónico de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX, por lo que Campanópolis fue declarado sitio de interés cultural para la Nación.
El destino quiso que el ideólogo de los castillos, como lo llaman los vecinos de la zona, viviera 24 años más. Antonio Campana falleció en 2008 y pudo disfrutar de su obra durante largo tiempo. Hoy sus hijos se ocupan de mantener en pie esta aldea. Se organizan visitas de colegios y escuelas, con charlas sobre reciclaje y ahorro de energía, por ejemplo. Además, se realizan eventos sociales y empresariales, publicidades, presentaciones y producciones de todo tipo.
Una vez adentro, se recorren las Doce Casitas del Bosque para arribar a un lugar fantástico. El camino incluye fuentes, lagos, puentes de quebracho, islas, muelles, un molino de viento holandés, una capilla colonial y una locomotora con vagones. El Museo de las Rejas o Ferroteca es uno de los lugares más interesantes, ya que ahí se exhiben todo tipo de rejas de hierro forjado, arañas colgantes, vitraux, objetos antiguos y piezas de arte. También se destacan edificaciones construidas con diversos materiales, como la Casa de Piedra, el Museo de Madera o Palitos y la Casa de Escoria. Son imperdibles el Pasaje del Búho, el Museo de los Caireles, el Cabildo, la Cascina y la Casa Proa de Barco.
Campanópolis ofrece visitas guiadas con una duración de una hora y media, en las que se puede acceder al interior de las construcciones y museos, conocer la historia del lugar y las políticas de cuidado del medio ambiente que llevan adelante hace casi 45 años. Se puede visitar, por lo general, los miércoles, viernes, sábados y algunos domingos de feriado puente. El valor de la entrada es de $2.500; menores de 2 años no pagan.
2023
