En el sur argentino descansa un lugar único, bajo el agua, con algas que pueden alcanzar hasta los 20 metros de altura. ¿Nos sumergimos en este mundo increíble?
Cuando uno piensa en la Patagonia, piensa en frondosos bosques de árboles tupidos, que varían su color según la estación del año. Pero no son los únicos exponentes, ya que en Chubut descansa un increíble bosque submarino, con algas cachiyuyo que miden más de 20 metros.
Sí, sumergidas en las imponentes aguas del Atlántico Sur, estas gigantes pardas se mecen con la marea, creando un ambiente natural único. Que además brindan hábitat, alimento y refugio a una gran cantidad de especies marinas. Hablamos de actores clave, que regulan las dinámicas biológicas y químicas en todo el entorno costero. Al punto que el alga hace fotosíntesis, captura dióxido de carbono, libera oxígeno y sostiene redes de vida enteras.
Ingeniería natural
La magnitud de estos bosques submarinos que habitan es Chubut es apreciable desde el aire, ya sea a través de satélites o drones. En concreto, aparecen como corredores cerca de la costa, que pueden asomarse si la marea está baja.
De hecho, mientras más al sur se esté, los bosques se vuelven más abundantes y complejos. En Tierra del Fuego, por citar un ejemplo, alcanzan su máximo esplendor; mientras que en Chubut su presencia es más estacional, ya que llegan para completar su ciclo de vida.
Según analizan los expertos, los cachiyuyos son consideradas ingenieras del ecosistema marino costero, ya que cumplen funciones vitales en la arquitectura ecológica del mar.
Es más: el alga cachiyuyo da refugio a diversas especies marinas, como la centolla en estadios juveniles, delfines, moluscos, crustáceos y peces. Concretamente, encuentran en las algas un lugar donde poder crecer, reproducirse o simplemente estar refugiados para no ser comidos.
Pero su función no termina ahí, ya que al descomponerse alimenta a muchas de estas mismas especies.

Un recurso a valorar y cuidar
Para comprender el rol de este alga, vale destacar que la recolección de cachiyuyo en el país se realiza mayormente a partir de plantas que arriban naturalmente a la costa. No hay cosecha activa bajo el agua, lo que evita impactos sobre los bosques en sí.
Según explican los investigadores y especialistas, la gran clave de este proceso es equilibrar su potencialidad económica con su invaluable valor ecológico. Para ser claro: cortar un cachiyuyo no es sacar una hoja, sino que es alterar un ecosistema entero que vive bajo el mar.