Descansando en la costa de Chubut, Camarones ofrece un refugio de paz en medio del vértigo de la modernidad. Allí, el turismo adopta otro pulso: menos frenético, más natural.
La paz y el silencio son dos bienes muy preciados en la actualidad, donde parece que todo tiene que ser “ya” y de manera estridente. Por suerte, hay lugares fieles a su propio ritmo… Y Camarones es una clara muestra: Allí, el sonido constante del mar, el vuelo de un cormorán, y una casa de chapa que guarda en su estructura la memoria del viento y de los primeros habitantes, son la muestra de que otro tipo de turismo es posible.
Sí, en las costas de Chubut, es posible mirar el horizonte, bajando sensiblemente las revoluciones, pero con diversos puntos para conocer a fondo la identidad del pueblo.
Esencia pura: pingüinos, estepas y casas de chapa
Camarones esconde pedazos de su historia en cada rincón. Uno de ellos es el Museo de la Familia Perón, sitio de carácter obligatorio para quienes deseen comprender el pasado político y social de la región.
Ahora bien, otro punto clave es el área protegida Cabo Dos Bahías, que se ubica a menos de 30 kilómetros del casco urbano. Es en esa reserva donde habita una de las colonias de pingüinos de Magallanes más accesibles de la provincia, con una temporada que se extiende desde mediados de septiembre hasta fines de abril. De hecho, hay senderos señalizados para asegurar un buen avistaje.
Claro que también Camarones cuenta con excursiones en embarcaciones para el avistaje de fauna marina. En ese circuito, un imperdible es Isla Leones, otro de los íconos del Parque Provincial Patagonia Azul, el gran corredor de conservación que se despliega al sur del Golfo San Jorge.
Donde conviven los sonidos y el silencio
Para develar más secretos que definen la verdadera identidad de Camarones, es necesario conocer “el arroyito”, accidente geográfico ubicado a solo un kilómetro del pueblo, accesible por una huella costera.
¿De qué se trata? De un arroyo que desagua naturalmente desde las zonas altas hacia el mar y forma un mosaico de ecosistemas: intermareales rocosos, marismas y estepa patagónica. En otras palabras, se trata de una representación en miniatura de lo que son distintos ecosistemas que conviven en esa región del país.
El entorno es realmente mágico: las casas de chapa, que son verdaderas postales del pasado, mientras de disfruta del canto de los pájaros con el incesante ruido del mar. Sí, la naturaleza no es un espectáculo, sino un modo de estar. Así, lejos de las estructuras convencionales del turismo, Camarones invita a detenerse, observar, escuchar. Lugares para eso, le sobran: desde playas abiertas, a bahías ocultas y acantilados suaves.
