Tener una piel saludable incrementa el bienestar y el ánimo de las personas, por ello es importante tener una rutina diaria para su cuidado, adaptada a la necesidad de cada uno.
A medida que aumenta la temperatura, los días soleados invitan a pasar más tiempo al aire libre y en cualquier lugar que se elija como destino, hay una constante: el sol siempre está. Por ello, para proteger la piel de manera adecuada, evitando los riesgos que implica la exposición a los rayos solares, es de suma importancia el uso del protector solar.
El sol emite dos tipos de rayos: los UVB, que se intensifican entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde -horario en el cual no es recomendable exponerse al sol- y los UVA, que son altos durante todo el día y todo el año, desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Para cuidarse de la radiación ultravioleta se recomienda aplicar aquellos con protección no menor de 30 en todo el cuerpo -si es posible alguno con cobertura mayor de 50 para el rostro- inclusive en los labios.
Claves para utilizarlo de manera correcta
-El momento de aplicación: una de las maneras más eficientes de protegerse es aplicar el FPS unos 30 minutos antes de la exposición. Luego, es fundamental controlar que la renovación se realice cada dos horas. Sin embargo, después de una sudoración intensa o al salir del agua (sea del mar o de la pileta) hay que renovarlo, independientemente del tiempo que haya pasado.
-Cuidarse según el tipo de actividad: si se juega al fútbol durante el día, por ejemplo, es importante reaplicarse durante el entretiempo. Para el caso de los jugadores de golf, preferible usar sombreros de ala ancha en lugar de gorras y renovarlo cada 2 horas. Para quienes practican deportes en la altura es clave saber que se estima que, cada 1000 metros de altura, la radiación aumentaría alrededor de un 10%. Otro tip útil: las formulaciones fluidas o en spray otorgan una textura más liviana y confortable.
-Evitar las horas críticas: Sobre este punto, hay un mito muy difundido: se cree que los días nublados no se requiere protector solar. Esto es erróneo, ya que los rayos UV traspasan las nubes. Como consecuencia, la resolana es sinónimo de una exposición involuntaria que daña la piel. No solo eso, también se reflejan en superficies como nieve, arena y agua. Por lo tanto, por más que una persona no esté expuesta de manera directa al sol, igualmente deberá contar con la barrera que ofrecen los protectores.
La radiación ultravioleta, además del foto envejecimiento, produce alteraciones cutáneas que pueden derivar en lesiones premalignas. Por eso, si bien hay que reforzar los cuidados durante el verano, el uso de protector solar debe ser un hábito constante, en todo momento y lugar, y para ello Dermaglós Solar ofrece una línea completa que no solo están disponibles en diferentes formatos, sino que están pensados para distintos tipos de piel.
