La Argentina tiene paisajes descomunales y en Cuyo dos obras de la naturaleza que se encuentran a poca distancia para descubrir en un mismo circuito.
Paisajes asombrosos, vestigios de animales prehistóricos y esculturas de piedra, arcilla y tierra rojiza talladas hace miles de años. En el norte de San Juan y el sur de La Rioja hay dos escenarios naturales que parecen ser de otro planeta y que comprenden un mismo circuito turístico: el Valle de la Luna y Talampaya, ambos Patrimonio de la Humanidad (UNESCO).
En San Juan, la naturaleza lleva trabajando algo más de 220 millones de años. Es el Parque Natural Provincial Ischigualasto (cuyo significado es “lugar sin vida”), emplazado a 330 km de San Juan capital y a 75 km de la localidad de San Agustín del Valle Fértil. Este pequeño pueblo es la base de partida de las excursiones que permiten conocer Ischigualasto, popularmente conocido como “Valle de la Luna”.
Este fascinantemente extraño lugar ocupa unas 62 mil hectáreas. Recorrer Ischigualasto significa posar los pies sobre los mismos caminos que hace 180 millones de años recorrieron los dinosaurios. El suelo de aspecto lunar y las particulares geoformas esculpidas por el agua, el sol y el viento sobre las rocas a lo largo de millones de años, hacen de este un sitio muy particular: visitarlo permite espiar la evolución de la Tierra.
Pero su importancia radica en el valor científico de los hallazgos paleontológicos realizados en el lugar, donde se encuentra una secuencia prácticamente completa del Período Triásico (superior, medio e inferior) de la Era Mesozoica.

El trayecto por Ischigualasto
En el ingreso a Ischigualasto, el Cerro Morado sorprende con sus paredes enormes; aunque para obtener las mejores panorámicas hay caminatas hasta su cumbre. En la cima se avistan cóndores y se observa la particular vegetación del lugar: especies de monte, cactáceas, retamas y jarillas. Entre ellas deambulan guanacos, zorros y vizcachas.
El Parque cuenta con un circuito turístico de 40 km que pueden recorrerse en auto propio en caravana con un guía y lleva 3 horas de duración. Durante el paseo se realizan paradas para tomar las infaltables fotografías en las estaciones: El Gusano, Valle Pintado, Cancha de Bochas, El Submarino y El Hongo, donde se descubre el trabajo sereno, permanente pero inclaudicable, de la naturaleza: las piedras presentan aquí extrañas y misteriosas formas. A mitad de camino se encuentra el Museo de Sitio Dr. William Sill, donde los visitantes pueden tomar conciencia del valor científico de Ischigualasto.

Por otro lado, se organizan tours de luna llena, ya que en la oscuridad sanjuanina la luz del satélite terrestre vuelve a Ischigualasto aún más deslumbrante. Recorrer el valle Pintado y observar las caprichosas geoformas (El Submarino, La Esfinge, Las Bandejas, El Hongo) es una experiencia única e inolvidable.
Talampaya
El Parque Nacional Talampaya se encuentra al sudeste de la provincia de La Rioja, en el km 144 de la RN 76. Villa Unión es la localidad más cercana (59 km), con sitios de alojamiento y lugares gastronómicos; aunque dentro del Parque, el área de servicios de Cañón de Talampaya cuenta con un camping y proveeduría, por lo que es posible pernoctar en este descomunal paisaje y ver las noches estrelladas.

Desde el Valle de la Luna hasta el acceso a Talampaya son solo 70 km. Los tickets de las excursiones se adquieren exclusivamente en la página web (www.talampaya.com). Al igual que Ischigualasto, el Parque Nacional Talampaya alberga una amplia gama de antepasados de mamíferos, así como vestigios de dinosaurios y plantas. Juntos conforman el conjunto continental de fósiles más completo del mundo.
Con paredes de más de 100 metros de altura y formaciones rocosas espectaculares, el Parque Nacional Talampaya invita a viajar a la prehistoria en un paisaje que parece salido de una película de ciencia ficción.

Sus senderos son aptos para todas las edades. En combo o en 4×4, hay recorridos guiados por el cañón para maravillarse con sus enormes paredones rojizos, geoformas y petroglifos. El “Sendero del Triásico” es el camino peatonal autoguiado. Unos 250 metros te llevan a dimensionar el tamaño real de los dinosaurios que habitaron la zona. Algunos paseos por el Parque se pueden hacer en bici.
Las noches de luna llena se organizan recorridos para vivir una experiencia única.
También hay diferentes trekkings en el cañón de Shimpa, la quebrada de Don Eduardo y el Gran Mirador; todos con guías habilitados.
Por Silvina Baldino