La Feria “Sabores y Dulzuras” cumple 40 años y lo festeja a lo grande: del 16 de marzo al 2 de abril abre sus puertas para dar a conocer todo el sabor de la provincia.
No es novedad que Córdoba es una de las provincias más versátiles de nuestro país: sus paisajes, su gente, su fauna, su flora… Y por supuesto, sus sabores. Tal es así que del 16 de marzo al 2 de abril inclusive, de 11 a 21 horas, abre sus puertas la ya tradicional Feria “Sabores y dulzuras”.
La ex Plaza Vélez Sarsfield, ubicada justo frente al Patio Olmos, es la sede elegida para la edición número 81, que además será muy especial, porque la feria cumple 40 años. Sí, el evento gastronómico más antiguo de Córdoba, con entrada libre y gratuita, espera a propios ajenos con manjares de todos los rincones de la provincia.
Un poco de historia…
Surgida en 1984, la feria es pionera. Y todo gracias a un grupo de mujeres emprendedoras que comenzaron a reunirse para ofrecer sus productos caseros en las escalinatas del Obispo Mercadillo. Durante todo un año, y bajo sombrillas, se dedicaron a vender lo que producían con sus propias manos.
Ya para 1985 la convocatoria fue creciendo: se sumaron más expositores, siempre contemplando que los productos debían ser de elaboración casera y artesanal, y cuidando la calidad y presentación. Fue exactamente el 31 de marzo de 1985 cuando se inauguró la primera Feria SABORES y DULZURAS en el Obispo Mercadillo, con veintitrés emprendedores y más de cuatro mil visitantes.
Pura tradición cordobesa
La feria hoy abarca una gran variedad de propuestas artesanales y gourmet de la cultura cordobesa: pastelería, chocolates, licores, productos libres de gluten, alfajores, tés, chipá, algarroba, mermeladas, bombonería, pastelitos, fernet, chutneys, quesos, salames, caramelos, helados, miel, yerba, vinagres, aceite de oliva, cerveza, conservas y entre tantas otras propuestas. A su vez, también se han incorporado productos asociados a la gastronomía y el hogar como mates, tablas, ollas de barro, plantas ornamentales y aromáticas, cerámica, ollas y mantelería.
Pero más allá de los productos, el gran distintivo de la feria son los emprendedores y emprendedoras, que con gran dedicación cuentan al público lo que hay detrás del producto terminado, generando y promoviendo un diálogo que responde a preguntas como “quién lo hace”, “de dónde viene”, “cómo se elabora” y tantas más.
Sin dudas, un planazo para tener la panza llena y el corazón contento.
Por Christian Ali Bravo.
