Esta bodega bonaerense supo recuperar la esencia de los vinos que antaño se producían en la provincia, para volver a ponerlos en el mapa enológico del país. Fue Daniel Di Nucci quien dio vida a su sueño y volvió a elaborar vino luego de que se derogara la ley que prohibió su producción por más de 50 años.
En un pasado no tan lejano, allá por la década del 30, la Provincia de Buenos Aires era la cuarta en producción de vid. La promulgación de la ley del 12 de diciembre de 1934 hizo que la elaboración de vino quedara literalmente prohibida.
Fue después de 60 años, puntualmente en 1997, que se derogaron muchas leyes que limitaban la producción de varios cultivos en determinadas áreas del país y así, también quedó eliminada la prohibición para producir vid en territorio bonaerense. Fue en su querido pueblo de Médanos donde Daniel Di Nucci eligió plantar las primeras vides, iniciando una nueva etapa pero con el espíritu de antaño. Esta es su historia, y la de Bodega AlEste, contada en primera persona.
Pasado, presente y futuro
Fueron los inmigrantes italianos y españoles quienes llegaron a estas tierras acarreando no solo sus penas y miserias, sino también sus costumbres, allí donde el vino ocupaba un lugar trascendental. Fue así que una vez asentados en tierras bonaerenses, armaron sus propios viñedos y elaboraron vinos a su estilo. Pero con la fatídica e infame década del 30 llegaría la tan injusta ley, aquella que forzaba indiscutiblemente la erradicación de las viñas bonaerenses.
“Así, de la Provincia de Buenos Aires y la de Entre Ríos (que por ese entonces ocupaban la cuarta y la quinta posición respectivamente entre las productoras de vino), quedaron sólo las historias. Y es por eso que ver en estos días un viñedo, una bodega en nuestra provincia todavía llama la atención y prevalece la idea de que se trata de un paisaje fuera de lugar”, analiza Daniel.
Es que tuvieron que transcurrir más de seis décadas para que se levantara la prohibición: fue en 1997 que se derogaron muchas leyes que limitaban la producción de varios cultivos en determinadas áreas del país. Y en ese paquete, también quedó eliminada la prohibición para producir vid en territorio bonaerense.
“Fue en Médanos, mi pueblo, donde elegí implantar las primeras vides, marcando el inicio de una nueva etapa. Como en todas las cosas siempre hay un detonante, una chispa que encuentra el combustible para iniciar la fogata”, reconoce Daniel.
Y agrega: “Estaba realizando un viaje desde Barcelona a Venecia, atravesando Francia por la costa mediterránea. Transitaba por la autopista A9 a la altura de Narbone y pensé en entrar a la ciudad para buscar un hotel. Habrá sido por casualidad que en una disyuntiva del camino equivoco la salida que me hubiera llevado a la ciudad, que nunca conocí. Comencé a transitar un camino que de a poco dejaba lo citadino y se iba tornando cada vez más rural. Ya convencido que Narbone no sería mi destino, continué avanzando hasta que una de las curvas del camino me enfrentó un cartel con la imagen de una viña y una leyenda que rezaba hôtel vignoble”. Esta historia mínima sucedió en el verano boreal del año 2000 y fue el gran episodio que signó la vida de Daniel.
Porque fue en ese momento donde nació la idea de convertirse en un hacedor de vinos: “De aquel periplo por algunos países de Europa regresé a Barcelona, donde aproveché la ocasión para adquirir bibliografía sobre enología para ilustrarme. Subrayo en esta experiencia lo que puede significar la pertenencia a una cultura: la mayoría de las librerías que visité en aquella ocasión solo disponían de textos en idioma catalán, por lo que la búsqueda se hizo más larga y más compleja. Aquel raid resultó un acierto: hoy atesoro en mi biblioteca el Tratado de Enología de Hidalgo, posiblemente el más completo compendio de prácticas enológicas escrito a la fecha”.
Plantar un sueño
“Poco tiempo después de mi regreso al país, supe que en Argentina existían infinidad de textos, ensayos, historias y experiencia en el tema. Justifico mi desinformación en el efecto producido por aquella ley proteccionista, que alejó de mi geografía la cultura vinícola desde tiempos anteriores a mi existencia. En cuanto regresé a Médanos tomé contacto con una consultora mendocina que se dedicaba a la planificación y desarrollo de viñedos y bodegas, para que realizara un modesto proyecto de viñedo”, recuerda Daniel, creador de Bodega AlEste, terroir único cerca del mar.
Ese proyecto inicial consistía en 1,5 hectáreas para ensayar 8 diferentes varietales, y fue desarrollado sobre una parcela de su familia. Ya el 1° de diciembre de 2000 se implantaron 5.000 vides de los Malbec, Tannat, Merlot, Syrah, Tempranillo, Cabernet sauvignon, Petit verdot y Chardonnay. También se desarrolló un sistema de riego por goteo y toda la estructura de enmaderado y alambres para construir los espalderos.
“Las primeras uvas logradas entre febrero y marzo de 2002 fueron escasas, pero no fue ese un obstáculo para transformarlas en el primer vino bonaerense hecho de la manera más artesanal imaginable -cuenta Daniel-. Al año siguiente, la cosecha de 2003 nos permitió dar un paso más que resultó decisivo para la toma de decisiones: enviamos a un laboratorio que INTA tiene en Luján de Cuyo, Mendoza, con especificidad en enología. Allí realizaron una vinificación en pequeña escala de cada varietal por separado. Al cabo de 6 meses pudimos disponer de algunas botellas de aquella primera vinificación realizada con rigor enológico”.
Un paso adelante
Con el afán de ratificar aquellos primeros valores le pidieron al laboratorio Eno Rolland nuevos análisis, obteniendo resultados similares, y en ambos casos muy alentadores. Ese hito determinó la decisión de llevar el emprendimiento a otra escala; una dimensión que permitiera alcanzar envergadura comercial.
“En septiembre de 2003 adquirimos 40 hectáreas de tierras a la familia Tiburtini sobre las que implantamos 25 hectáreas de viñedos. También iniciamos la construcción del edificio de la bodega… Fueron 100 kilómetros de espaldero, con riego por goteo para optimizar el recurso de la escasa agua extraída de la napa freática en 12 diferentes perforaciones. Todas las vides implantadas eran porta-injertadas con pie americano, para minimizar posibles afecciones sanitarias”, afirma Daniel.
El equipo de bodega fue adquirido de manera gradual, comenzando por una despalilladora de origen italiano, bombas enológicas, equipo de frío, tanques de acero inoxidable de diferentes tamaños y diversos accesorios necesarios para la vinificación. Así, la capacidad total de la bodega en la actualidad es de 180 mil litros.
Y vale destacar en 2009 el Chardonnay elaborado el año anterior fue distinguido entre centenares de vinos de bodegas de todo el mundo, con una medalla de plata en el prestigioso concurso Decanter World Wine Awards que se realiza anualmente en la ciudad de Londres.
“Han transcurrido muchos años desde aquel episodio sucedido en el sur de Francia que desembocó de manera fortuita en el reinicio de la vitivinicultura bonaerense. Es mucho lo que hemos aprendido y cada nueva experiencia de aprendizaje nos revela cuánto más es lo que queda por aprender. Vale en esta ocasión referir el proverbio que he escuchado de bodegueros experimentados: el vino de la próxima cosecha será el mejor. Es contra fáctico pensar dónde estaría la vitivinicultura bonaerense si no hubiese estado prohibida por aquella casi centenaria ley proteccionista, pero sí sabemos que, nuevamente, la provincia más extensa, más rica y más diversa, está nuevamente inserta en el mapa vitivinícola mundial” concluye.
Por Christian Ali Bravo.