Tres recorridos con diferentes grados de dificultad para conocer nuestras maravillas escondidas.
Por Christian Alí Bravo
Refugio Emilio Frey, Bariloche
Una edificación tallada en granito a más de 1.700 metros, acompañada de un espejo de agua que oscila entre tonalidades verdes y azules. El icónico refugio Emilio Frey, ubicado en el corazón de Bariloche, brinda descanso y calor desde 1957.
Para llegar, es necesario recorrer los 10 kilómetros del sendero principal, que tiene una dificultad baja y regala vistas panorámicas del Cerro Otto y del Lago Gutiérrez. Pero hay otras opciones: el sendero de la Picada Eslovena, por ejemplo, tiene 3 kilómetros más en relación al tradicional y atraviesa imponentes zonas boscosas. Comienza donde se ubica la seccional del guardaparques del Lago Gutiérrez y, por las subidas más pronunciadas, es recomendable tener un buen estado físico.
La última alternativa es el camino que sigue el filo del Cerro Catedral, que empieza donde terminan los medios de elevación de Punta Princesa. Su dificultad es media debido a las irregularidades del terreno y tiene una extensión de 20 kilómetros. ¿Valen la pena las cinco horas de trekking? Sí, gracias a las cristalinas aguas de la laguna Schmoll, las postales hacia el Nahuel Huapi y las vistas al Cerro Tronador.

Volcán Lanín, Junín de los Andes
Con sus 3.776 metros, identificar desde lejos al volcán Lanín no representa ningún desafío. Ascender, en cambio, sí. Ubicado en Junín de los Andes, provincia de Neuquén, delimita la frontera entre Argentina y Chile. Y también, la de atreverse o quedarse con las ganas.
Aquí el primer punto importante: el ascenso al volcán no requiere conocimientos técnicos previos o experiencia en ascensos en montaña, pero sí es necesario contar con un muy buen estado físico y la compañía de un guía habilitado.
El inicio del trekking es en la propia base del volcán, por la cara norte, a más de 1.100 metros de altura. El camino, que en general demora dos días –es necesario hacer noche en un refugio de montaña–, propone diversos desafíos, como pendientes con acarreo rocoso, terrenos irregulares y superficies con nieve o heladas.
El esfuerzo es mucho pero proporcional a la recompensa, ya que la cumbre regala una vista increíble: los lagos Huechulafquen y Paimún hacia el sur, el volcán Villarrica hacia el oeste, y los lagos Tromen y Quillén hacia el norte.

El Siambón, Tafí del Valle
Atrevámonos a soñar un poco. En esa imagen idílica, los pies siguen huellas ancestrales por caminos utilizados antaño por los propios calchaquíes. De manera armoniosa y natural, la montaña va dejando lugar a la yunga, en una travesía de tintes poéticos que invita a recorrer un rincón mágico del Jardín de la República.
Es momento ahora de abrir los ojos para comenzar a desandar el sendero que une Tafí del Valle con El Siambón, en Tucumán, y convertir ese sueño en una realidad tangible. Son 45 kilómetros que no presentan dificultad técnica, y se suelen recorrer en tres jornadas, de 6 a 8 horas de caminatas diarias.
Los Valles Calchaquíes, anfitriones de lujo para este trekking, se ocupan de que cada paso valga la pena, con retratos dignos de un cuadro de los cerros del Aconquija, Ñuñorco, el Pelao y Muñoz, el valle Anfama, y el dique La Angostura.
La transformación que experimentan los paisajes ratifica que el camino es el correcto. Al final, El Siambón, aquel “valle que se asienta en las alturas” –como indica el significado de su nombre–, espera paciente para confirmar que uno ya es parte de su historia.

MARZO 2023