Los atributos que se despliegan en nosotros al viajar, son incalculables. Invertir en bienestar es un beneficio para uno mismo y para todo aquel que nos rodea, ya que si estoy pleno, irradio esa energía al afuera.
Por Carolina Barbosa.
Muchas veces al referirnos a la dicha de nuestro ser, es habitual utilizar frases como ‘viajar me nutre el alma’ pero ¿El alma también se alimenta? Sí, efectivamente, y lo hace a través del arte, la música, los sabores, los aromas y ¿por qué no? los viajes. Atravesar aguas, escalar montañas, caminar por un bosque, contemplar el horizonte o ver un atardecer con un pico nevedo de fondo, nos fortalece el alma y el espíritu.
Estas experiencias motivadoras nos llevan a lugares –internos y externos- desconocidos y nuevos y nos invitan a salir de nuestra zona de confort. Nada se compara al cálido sol del atardecer acariciando nuestra rostro o al rocío intrépido colándose por nuestros pies en medio de las sierras en pleno otoño o a la contemplación de los árboles floridos en primavera.

Viajar, ir a un sitio, reconectarnos con lo esencial, redescubrirnos, retornar a lo simple y transformarnos, volver distintos de cuando nos fuimos, es uno de los tesoros más maravillosos de los que disponemos los seres humanos.
El que bien come y bien digiere, sólo de viejo se muere
Podemos tener diferentes opiniones sobre cuáles son las cosas que marcan a fuego las peregrinaciones a los diversos rincones que escojamos conocer pero, en lo que sin duda estaremos de acuerdo, es que la travesía del viaje no es completa si no se la acompaña con el acto de degustar los manjares que cada destino ofrece.
Los lugares se descubren también por sus sabores autóctonos. Los alimentos propios de cada región y sus tradiciones culinarias, hacen de nuestra experiencia, algo único e irrepetible.

Ya sea un tradicional asado de campo, un exquisito tamal norteño, el éxtasis que nos da probar un cordero patagónico o un fresco pacú al borde del río, la comida es un elemento fundamental de todas las culturas y uno de los atractivos principales de cada zona ¡Comer sabroso nutre el alma y el cuerpo físico también!
El ocio, divino tesoro
“La felicidad reside en el ocio del espíritu” decía Aristóteles y cuánta razón tenía. Una personalidad saludable se mantiene cuando logramos el perfecto equilibrio entre trabajo, descanso, amor y búsqueda de sentido de vida. La contemplación y el hecho de supuestamente no hacer nada, sino simplemente estar, tiene muy mala prensa en la era que estamos transitando. En este tiempo de premura y ritmo de video clip, detenerse pareciera ser casi una mala palabra.

Parar, respirar, sentir y mirar es fundamental para poder seguir avanzando a lo que cada uno desea. La pausa es la mejor amiga de la marcha: una no existiría sin la otra.
Si realmente nos diéramos cuenta del valor que tiene el hecho de ponerle un freno momentáneo a la rutina y a nuestra velocidad cotidiana, podríamos escuchar la voz que emana de nuestro interior, como un susurro, diciéndonos lo que es mejor para nuestra alma, cuerpo, mente y espíritu.
MARZO 2023