Tierra de artesanos y cuna del poncho salteño, descansa en un lugar mágico. Escondido entre la belleza e inmensidad del Valle, tiene motivos de sobra para sorprender a sus visitantes.
Ubicado en el corazón del Valle Calchaquí, los orígenes de Seclantás se remontan a finales del siglo XVIII. Aún hoy conserva ese legado, ya que a lo largo de la calle principal todavía hay casonas de adobe con galerías y grandes patios. Pero esta joya salteña es mucho más que un museo arquitectónico al aire libre… Pasen y sorpréndanse.
La cuna del poncho salteño
Uno de los grandes encantos de Seclantás reside en que es el lugar donde se teje el poncho salteño, prenda que simboliza la historia y la tradición del pueblo salteño. Tal es así, que los tejedores seclanteños han sido reconocidos con premios nacionales y distinguidos como “Maestros Artesanos” por el Gobierno de la Provincia de Salta.
Seclantás cuenta con motivos de sobra para ser considerada la cuna del Poncho salteño. No solo es una pródiga tierra de artesanos teleros, sino que a la vez es una de las pocas regiones que todavía conserva la técnica ancestral de tejido en telar de palo plantado.
Un paisaje de ensueño

Pero Seclantás es mucho más que tradición: de hecho, a solo unos 20 kilómetros del pueblo existen formaciones de areniscas que resaltan por sus colores rojizos.
Realmente es una gran aventura llegar hasta allí, porque primero es necesario realizar un tramo en 4×4 y luego a pie hasta llegar al cordón de colores rosas, rojos y ocres que se convierten en una especie de laberinto natural.
Pero avanzando en la caminata, el cañón del río se estrecha y por túneles angostos se llega a las cuevas o bóvedas rojizas, donde la luz del día queda afuera y adentro se puede apreciar una geografía exótica y maravillosa.
¿Un bonus track? La laguna de Brealito, que a más de 2.000 metros de altura, cambia de colores según la iluminación del sol. Existen pejerreyes y flamencos que conviven en este magnífico espejo de agua de origen volcánico, en medio de increíbles cardonales.
Postales con historia

Otro punto imperdible del pueblo es la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, erigida en 1835, con su arquitectura colonial y postcolonial con detalles de otras influencias. Se encuentra en un lugar preferencial y presenta en su interior un extraordinario manejo del color, que hacen a esta obra uno de los mejores exponentes del arte popular vallisto.
A su vez, desde la capilla del Cementerio se puede conseguir una buena vista del pueblo. Pero a la vez, su principal atractivo es la pintura que presenta en su interior, toda trabajada a mano y realizada en carbonillas.
Por último, cerca del cementerio se accede a un Vía Crucis que sorprende por el paisaje que se recorre. Desde la última estación se puede obtener una vista increíble del acceso al pueblo, el río Calchaquí y las líneas montañosas de Molinos, Luracatao y Brealito.