El petrel gigante del sur, la tonina overa, el tiburón gatopardo, la ballena sei, la ballena jorobada, el lobo marino de dos pelos y el pato vapor cabeza blanca son ahora símbolos legales y culturales de la provincia sureña.
La naturaleza es vida. Pero también patrimonio e identidad de una región. Así lo interpretó la Legislatura del Chubut, quien aprobó por unanimidad la Ley de Monumentos Naturales. ¿Qué significa esto? De una herramienta legal que reconoce y protege a siete especies emblemáticas de su biodiversidad.
En concreto, mediante este proyecto, el petrel gigante del sur, la tonina overa, el tiburón gatopardo, la ballena sei, la ballena jorobada, el lobo marino de dos pelos y el pato vapor cabeza blanca se convierten en símbolos legales y culturales de la provincia.
Y bien vale destacarlo, porque de hecho es la primera vez que la provincia abraza esta figura jurídica para su fauna y flora más representativas, planteando así un nuevo horizonte de conservación que no solo busca proteger, sino también educar y transformar.

Las siete maravillas
La decisión de que los monumentos naturales sean siete no es casualidad, ya que cada uno aporta una historia, un paisaje y una función dentro del ecosistema chubutense.
Por citar un ejemplo concreto, la ballena jorobada, con sus migraciones maratónicas de más de 25 mil kilómetros, ya no será solamente un atractivo turístico: ahora es un emblema legal.
Y junto a ella, la ley protege también protege a otros grandes protagonistas del paisaje patagónico: la ballena sei, el lobo marino de dos pelos, el petrel gigante del sur, las toninas overas, el pato vapor cabeza blanca y el tiburón gatopardo.
Desde el Gobierno de Chubut, compartieron las sensaciones tras este hito: “La selección fue rigurosa y colectiva, en base a criterios científicos, diagnósticos de conservación y un profundo conocimiento territorial. Son especies con alto valor ecológico, muchas de ellas amenazadas, endémicas o clave para el funcionamiento del ecosistema marino-costero. Pero también son parte de nuestra identidad, del paisaje que nos define y del futuro que queremos cuidar”.
Una decisión que moldea el futuro
La designación de una especie como Monumento Natural es mucho más profunda que blindarla frente al daño: al punto que la convierte en un símbolo provincial. En acciones concretas, la ley prohíbe la caza, la captura o el comercio de estas especies, pero también exige al Estado provincial a generar planes de manejo específicos, monitoreo poblacional, campañas de educación ambiental, entre otras obligaciones.
Por supuesto que detrás de la formalidad de la ley, también hay una intención sensible y muy loable: educar la mirada. En otras palabras, cambiar el vínculo de las personas con su entorno: “Transformar una especie en Monumento Natural cambia la forma en que la comunidad la percibe: ya no es un recurso, es un patrimonio. Y lo que se siente como propio, se cuida más”, resaltan desde el Gobierno de Chubut.